Thursday, July 16, 2009

La historia de la historia...

Escribiría una historia como método de aprendizaje. Sería un libro de encuentros, una vida entrelazada o despedazada por circunstancias relativamente echadas al aire por el destino. Algo así como el acontecimiento del viaje a la luna, que en consecuencia diera la oportunidad para que un espectador, que ve el encuentro entre el hombre y la luna por casualidad, comenzara una odisea de vivir, experimentar “un viaje a la luna” o tal vez sólo la simple historia de una mujer.

Laura; tendría que llamarse así o tal vez Lucía, algo así como un ángel, o lo que es más creíble, un ser poco común dedicado a dar su tiempo al resto de la humanidad desinteresadamente, sin esperar esa recompensa de un ser divino o llegar a tener el titulo de “personaje” bajo una estatua hecha a su figura. No, no, no la realidad no es para ángeles, por desgracia nos ha ganado el lado oscuro de nuestra humanidad. Tendría que ser una mujer, con el cuerpo de un ser humano, con labios, nariz, cabello oscuro, piernas y brazos ajustados a una anatomía regular, los ojos tendrían que ser algo profundos, como el reflejo de un abismo, como una pregunta que nunca encontrará respuesta. Lo peor del inicio sería encontrar un seguimiento, una razón, una continuidad que sea un tanto lógica. -La historia detrás de la historia-. La verdadera razón y la explicación que todos buscamos cuando leemos un libro. Creemos sinceramente en la imaginación del escritor ?o perseguimos esa parte de su historia?, de su vida verdadera. Esa parte que en sí nos da el morbo de echar mano a la siguiente página. Entonces, sería bueno intentar poner un nombre conflictivo al autor, algo poco común, un sobrenombre que haga despertar curiosidad. El punto importante de esta situación es que no quiero ser yo el autor, no quiero ser la protagonista de la historia, ni tampoco intentaré ser ese ángel que me gustaría dibujar.

Es curioso, hace días duermo poco y mi mente esta caminando como un ciego sin bastón en un campo de futbol (imagino que esos son los mas cuidados, con pastos verdes e inmensos) que cosas…(ah, suspiro) esto de divagar y crear imágenes antes de escribirlas debería tener un nombre. No, imaginación no, otro mucho más sofisticado.

Quien podría ser el autor de mi propia historia? que no tenga que ver nada conmigo, quien podría poner forma a unos rostros?, unos cuerpos?, sin que salieran por todos lados mis demonios. Ah! mis demonios, no entiendo porque les damos ese nombre, será porque nos asustan tanto que vivimos tratando de ocultarlos? O por que son tan feos que nadie quiere verlos?. Sin embargo vivimos todos con ellos dentro. Como seria la vida sin ellos?




En algún lugar tiene que existir alguien que en este mismo momento este deletreando algunas preguntas, escribiendo sobre sus demonios, sus miedos, (odio esta basura psicológica) ósea, la maldita conclusión es que toda escritura lleva algo así como una acción de desnudarse mentalmente. (Deberían ser igual pagados los escritores, que las personas que se quitan la ropa en público). Lo peor es que nosotros somos eso, una especia que disfruta y busca los desnudos, buscamos los miedos de otros para regocijarnos en nuestras propias nimiedades? Buscamos refugio en otros miedos para no encontrarnos con los nuestros?

-No más basura existencial-. Regresemos a la historia.





Lucía, que desde el día en que nació estuvo condenada a ser observada, pero no escuchada, su voz era común, pero transparente, su llanto cuando pedía ser alimentada a pesar de sus meses de edad eran transparentes. Me pregunto como es que en algunos momentos de la vida queremos ser idénticos a los seres que nos rodean? y por algunos otros, pocos, claro está; deseamos ser tan únicos. Ella tenía esa vida común, creció siendo común, incluso quiero adelantar el final de su vida y en realidad fue, como toda ella, sólo común… “Mentira“ no podría escribirse una historia sobre una persona, sin algún rasgo de diferencia, además, nadie tiene la misma historia que otra persona. Y así es Lucia un día dejó de tener voz transparente, su voz se volvió fuerte en cambio su vida no, en uno de esos días de su adolescencia se pensó en enamorarse ( tiene que haber un espacio para el amor en esta historia) y pasaron los días sin que encontrara a la persona que podría ser la que le inspirara amor.

Un día caminaba de la escuela a su casa y las calles de la ciudad parecían comérsela despacio, había comenzado el invierno y ella con su intangible realidad caminaba como si en el mundo no existiera otro ser más que ella misma, había tomado la costumbre de ser sólo ella en esa monstruosa ciudad. No había llegado ese ser que la complementara y le hiciera ver que todos estamos divididos en una mitad de alma. Buscamos desde el comienzo de nuestra conciencia la otra mitad, pero claro, muchas veces terminamos confundiendo cuerpos, carne, materia, con la luminosidad de la búsqueda de la otra mitad de nosotros mismos.




-Rafael-



Tú que llegaste con los olivos,
con las uvas de un vino

que ocultaba su verdad,
tú que no eres mío,

ni para mi,
por que es que existes?
Y brillas mas cuando yo te miro.


Rafael tenia que haber nacido hombre, con esa mirada de desafío que sólo los hombres tienen cuando sus moléculas se ajustan para ser “el rey de la selva”. Con esas manos que crecen desmesuradamente como si con ellas fueran a destruir bosques enteros, con esa voz que es capaz de sonar mas grave y profunda que un barranco con ecos ancianos. “Hombre” ser que elevas tu ojos y el resto de ti queda en tierra para ser soberano. Hombre que aún no entiendes que eres mas débil que nadie y que las lagrimas son fuerza que no te atreves a tener.

Rafael era el tercer hijo de Magnolia, los dos primeros vivían una vida feliz, Rafael no, por alguna razón él no entendía la felicidad, pretendía vivirla pero nunca la aceptaba, era como un juego de control, creía que si en algún momento era feliz y después dejar de serlo seria para el como un caer de un precipicio lo bastante alto como para no volver a levantarse. Mujeres, camino por muchos cuerpos de ellas, vivió días acostumbrándose al olor que dejaba cada una de ellas en su propio cuerpo. Se sintió ajeno así mismo después de la primera huella.

En su carrera contra el tiempo y la búsqueda del algo que no tenía fue dejándose a si mismo, perdiéndose en la batalla del cuerpo y sus sensaciones, de la vida y sus cadenciosas realidades, de la cotidianidad y sus reflejos que en sí suelen ser solo rutinas disfrazadas.

Rafael y Lucía creo que la conjugación de nombres no funciona bien, ni siquiera es de mi agrado, sin embargo quien soy yo para interrumpir la historia que ellos mismos encontraron.?

La misma ciudad, unos pasos, la misma calle, unos árboles testigos del encuentro de dos historias. (Por que no asesinarlos a los dos en el mismo momento? Por que no sacudirlos con esos finales crueles cuando el destino ríe y nos grita que somos menos que nada. Por que no asesinarlos ahora mismo y verlos caer frente a frente? como si sólo hubieran existido el uno para caer frente a los ojos del otro.)

Continuara…?